El bautismo es el otro sacramento sagrado de nuestra Iglesia. Es celebrado por el mandamiento de Cristo: ”bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. El mandamiento de bautizar forma parte del mandamiento de misión que fue dada por Jesús: ”haced discípulos a todas las naciones ”. El mandamiento de enseñar está vinculado con lo anterior: ”enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado ”. (Mt 28.18-20.) Cuando una persona llega a ser un discípulo de Dios, hay que bautizarla y confirmar que es propia de Dios Trino. Según el mandamiento de enseñar, se debe también instruir al bautizado.
El bautismo de niños y adultos
En el Nuevo Testamento se cuenta de algunas familias cuyos miembros fueron bautizados todos a la misma vez. Así son las historias del bautismo de Lidia (Hch 16.14-15) y del carcelero de Filipos (Hch 16.30-34). En esa época una familia consistía en los padres, los hijos, los parientes que vivían en la misma casa, y los siervos. Es importante notar que ya en los tiempos de primeros cristianos se bautizaba a los niños pequeños. Orígenes, Padre de la Iglesia, dijo en su tiempo que ”la Iglesia ha recibido de los Apóstoles la costumbre de administrar el bautismo incluso a los niños”.
La fe del niño
Nuestro Creador nos bendice con los hijos. Se dice en la Biblia que son ”la herencia de Jehová”. Los creyentes del Antiguo Testamento pensaban que un niño estaba en la guarda de la bendición ya en el vientre de su madre (Sal 22.10-11). Un niño recibe el regalo de la fe por gracia y es salvado por medio de la obra expiatoria de Cristo. El anuncio de la Biblia es: ”el hombre es justificado por la fe sin las obras de la Ley” (Rom 3.28). Ni siquiera un niño es justificados sin fe. Cuando un niño o un adulto cree, Dios le cuenta su fe por justicia. En el bautizo podemos maravillarnos ante la fe del niño, que Jesús nos puso como ejemplo.
¿Qué hay en un niño que le hace entrar en el reino de Dios? Según la palabra de Dios un niño tiene nada bueno en sí mismo. Los efectos del pecado original actúan en él. Por eso no podemos decir que un niño sea digno delante de Dios debido a sus cualidades humanas. Según la Biblia, tampoco podemos pensar que antes del bautismo un niño sea muerto espiritualmente. Si fuera así, Jesús no hubiera puesto a un niño como ejemplo de la fe. Un niño es digno delante de Dios por la fe justificadora. Según la Biblia y la doctrina luterana, la fe viene por medio del Espíritu Santo. Cada uno que tiene el Espíritu de Cristo es de Cristo, y un creyente.
Un niño es ejemplo de la fe ya en el momento de nacer porque tiene participación en la gracia del Salvador. Sus pecados fueron remitidos en Gólgotha.
El bautismo es un pacto
El bautismo es llamado como pacto de gracia y pacto de buena conciencia. Este sacramento enseña y hace recordar que somos juntados con Cristo para muerte y que resucitaremos de los muertos con Él. La vida de un bautizado es andar en vida nueva para Dios (Rom 6.4-5). Los hijos de Dios esfuerzan, por la fe, permanecer en el pacto de buena conciencia. En el bautizo podemos ver como se hace este pacto: sucede cuando la palabra de Dios y el agua se unen. El pacto es firme por parte de Dios. Él mismo quiere cuidar y amar a nosotros en su clemencia. El bautismo exhorta que despojemos las cargas y los pecados y que lavemos nuestras entrañas con agua de vida, es decir con el evangelio. Cuando se celebra el bautismo los padres, los padrinos, los abuelos y los prójimos ruegan que el bautizado sea guardado en el pacto de bautismo y que un día llegare al cielo.
El deber del bautismo
El bautismo es un pacto de buena conciencia y por eso este sacramento nos instruye mantener la fe y buena conciencia. Significa esto que siempre luchamos contra el pecado y nos arrepentimos de nuestros pecados. Lutero escribe refiriendo a las palabras de la sexta carta a los Romanos: “¿Qué significa este bautizar con agua? Significa que el viejo hombre en nosotros debe ser ahogado por pesar y arrepentimiento diarios, y que debe morir con todos los pecados y malos deseos. También cada día debe surgir y resucitar el nuevo hombre, para vivir eternamente delante de Dios en justicia y pureza”.
Bautizado en el cuidado de la congregación de Dios
La congregación de Dios sostiene y cuida a un niño en el pacto de gracia. Es importante que el bautizado arraigue en la congregación de Dios y que sea entre los viajeros al cielo durante toda su vida. Muchos pierden la fe y la buena conciencia al desviarse al mundo. Si ha pasado esto, uno puede hacerse miembro de la congregación de Dios y tener la salvación solamente a través del arrepentimiento. La fe es la justicia que vale delante de Dios. Si la lámpara de la fe está encendida en el corazón, llegaremos un día a la gloria del cielo.
Texto: Matti Kinnunen
Publicación: Vuosikirja 2006, Oikea ja väärä (Anuario 2006, El correcto e incorrecto)
Traducción: Aino Vuonokari
Julkaistu espanjankielisessä numerossa 16.11.2016
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