Dios cuida de Sus hijos como un pastor cuida de su rebaño. Él busca, cuida, y alimenta a Sus ovejas. El Buen Pastor no aleja a los pecadores o los conduce a perdición, sino que los ama y los llama a él. Dios perdona a los débiles y a los penitentes en Su Reino.
El camino del hombre en la vida es raramente liso y nivelado. Inevitablemente nos encontraremos con adversidades en la vida. Tampoco andamos a lo largo del camino de acuerdo a lo que las Escrituras nos exhortan. Muchos se apartan del camino con la voluntad de Dios. Esto sucede a un individuo y a las naciones enteras.
Profeta Ezequiel era un sacerdote en el templo de Jerusalén. Dios le tenía la tarea de una vida reservada que difería de lo común. El rey Nabucodonosor conquistó Jerusalén en el año 587 A.C. Después, el pueblo de Israel fue llevado a cautividad en Babilonia. El profeta Ezequiel también tuvo que ir a Babilonia, donde su tarea era la de ser un profeta, consejero, y pastor alentador de su pueblo. Consoló al pueblo con la promesa de que Dios todavía les daría la oportunidad de regresar a su patria.
A menudo, Dios reprendió a Su pueblo del pecado y les advirtió de sus consecuencias a través de los profetas. El profeta Ezequiel dio un claro mensaje de que todo el mundo es responsable de sus propias acciones. El hijo no se hace responsable por los pecados del padre, ni el padre es responsable de los pecados del hijo (Ezequiel 18:20).
Ezequiel recibió un mensaje del Señor, que describe como Dios cuida de Sus hijos, como un pastor cuida de Su rebaño. El pastor busca aquellos que se perdieron, vendara a la perniquebrada, los llevara a un pasto fértil para alimentarlas, y apacentara a Su rebaño (Ez 34: 14-16). Esta parábola nos recuerda el salmo familiar del pastor, escrito por David (Salmos 23) y la imagen de Jesús como el Buen Pastor que da su vida por Sus ovejas (Juan 10:11).
Dios Misericordioso
Dios no quiere que cualquier persona que se haya desviado del camino de Su voluntad, perezca. A lo contrario, Su voluntad es que todos vuelvan a vivir (2 Pedro 3: 9). El Buen Pastor no excluye a los pecadores o los aleja, sino que los ama y los llama a él. Se necesita la gracia de Dios para los pecadores. Jesús dice: “Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos.” (Marcos 2:17).
De acuerdo con la doctrina cristiana de 1948, el arrepentimiento es la penitencia y el miedo a causa del pecado. Al mismo tiempo, es la creencia en la absolución-que los pecados son perdonados por los méritos de la expiación de Cristo. El arrepentimiento es seguido por un cambio en la vida y el rechazo del pecado (CD 72). Cuando los pecados son perdonados, según Ezequiel, Dios ya no se acuerda de ellos. Esto nos habla de la esencia de la gracia de Dios, Su poder inmensurable e inmensidad.
El libro de Ezequiel dice que si pasea a los justos en los caminos equivocados, en el camino de los impíos, seguramente morirá. Sólo hay una manera de salir del reino de Dios, siguiendo las tentaciones del pecado. Una persona que se arrepiente, recibe la vida y no se pierde (Ezequiel 18:21).
Tribulaciones permitidos por Dios
El cautiverio fue una etapa pesada en las vidas de la gente de Israel. A menudo es difícil para los individuos o naciones entender el propósito de los juicios y las intenciones de Dios. Los pensamientos de Dios están por encima de nuestros pensamientos (Isaías 55: 8-9). Dios ve mucho más adelante que el hombre. Él guía las fases de las naciones y habla a la gente a través de ellos (CD 4).
El pueblo de Israel se había rebelado contra la voluntad de Dios y quería viajar a su manera. Sin embargo Dios fue misericordioso con Su pueblo. Él no los destruyó, pero estaba dispuesto a ser misericordioso. El amor de Dios se dirige a todo el mundo pecaminoso: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16).
El mensaje de la palabra de Dios es claro. Los que han caído en el pecado pueden oír la promesa: “convertíos, pues, y viviréis” (Ezequiel 18:32). Cuando una persona cree el evangelio, proclamado por el Espíritu Santo, se libera de sus pecados. El corazón de piedra es convertido a un corazón vivo (Ez 36: 26-27).
En la comunión del reino de Dios
Ezequiel consoló al pueblo: “Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios” (Ezequiel 36:28). El tiempo de cautividad del pueblo de Israel terminó a su debido tiempo, de acuerdo con las promesas de Dios. Ellos pudieron volver a su patria.
Los hijos de Dios son peregrinos aquí en la tierra. Somos viajeros en una tierra extraña (Heb. 11:13). Durante nuestro camino, caemos en el pecado, pero Dios perdona a los débiles y los penitentes en Su reino.
El destino de los hijos de Dios es la vida eterna en nuestro hogar celestial. Podemos poseer la vida eterna ya ahora en el mensaje del perdón. En el cuidado del Buen Pastor vamos a llegar un día a nuestra verdadera patria, donde no hay pecado o la muerte.
Texto: Juha Seppälä
Traducción: M. B.
Recursos: Siionin Lähetyslehti 6/2013
Julkaistu espanjankielisessä kieliliitteessä 11/2014.
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