Según la enseñanza de Jesús, los niños creen en Él. Dios otorga el don de la fe en cada niño que nace en este mundo (Mateo 18:06). Si el alma de un niño no es cuidada con el Evangelio del perdón de los pecados, el pecado se apodera de su corazón y se cae del reino de Dios (Ef. 2:01). Hay mucha gente en el mundo que vive fuera del reino de Dios, en el reino del diablo (Mateo. 13:38).
La Biblia nos advierte que si uno muere en la incredulidad, esta persona se va a la perdición (Marcos 16:16). La perdición no es preparada para la gente, sino para el diablo y sus ángeles (Mateo 25:41). Dios desea que ni siquiera una sola persona vaya a la perdición, sino que reciba la vida eterna (Juan 3:16). Esta es la razón por la cual Él llama a la gente de vuelta a Su reino.
Una persona que vive en la incredulidad no puede tomar la decisión de regresar al reino de Dios por su propia cuenta. Jesús dijo, “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere” (Juan 6:44).
Dios despierta el conocimiento del pecado en el corazón de una persona incrédula, a través de Su ley (Rom. 3:20). La ley de Dios requiere del hombre la verdad de pensamiento, palabra y obra (Mateo 22:37–40). Se le muestra a una persona que al pecar se ha rebelado contra Dios.
Una persona que ha sido despertada por la ley, se arrepiente de sus pecados y comienza a preguntar qué debe hacer para que él pueda volver a convertirse en un hijo de Dios. Ni una sola persona es capaz de ganar la salvación por sus propios actos. Todos estamos corrompidos por el pecado (Rom. 3:12). La Biblia relata que una persona necesita de la gracia de Dios para obtener el perdón de sus pecados y convertirse en un hijo de Dios.
El diablo no quiere liberar a una persona de sus garras. Él afirma que no vale la pena que se arrepientan. Jesús, sin embargo, recuerda: ”Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” (Marcos 8:36). La Biblia nos advierte en contra de rechazar la llamada de Dios, ”Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones” (Heb. 3:7–8). La cuestión más importante en la vida del hombre es buscar el reino de Dios y Su justicia. Dios le da a una persona, junto con Su reino, todo lo demás que necesita (Mateo 6:33; Marcos 10:29–30).
Uno puede entrar en el reino de Dios sólo a través del arrepentimiento. Jesús exhorta: ”El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado: arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marcos 1:15). Jesús envió a los suyos a predicar el arrepentimiento y el perdón de los pecados a todas las personas (Lucas 24:47).
El reino de Dios se acerca a las personas a través de la predicación del Evangelio incluso hoy en día. Cuando una persona oye y cree en el evangelio del perdón de los pecados, la sangre de Jesús limpia el corazón y recibe el Espíritu Santo en su corazón (Ef. 1:13, Heb. 9:14). Se puede disfrutar de la paz, la alegría y la libertad en el reino de Dios (Gálatas 5:22; Rom. 14:17).
Con este folleto deseamos la bendición de Dios a todos sus lectores. Nuestra oración es que los artículos de este folleto fortalezcan la fe de los hijos de Dios y llame a los incrédulos al reino de Dios.
Pekka Aittakumpu
Traducción: Miranda Hendrickson
Julkaistu espanjankielisessä kieliliiteessä 11/2013
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