Hace poco tiempo una persona con la Biblia en su mano me detuvo en la calle. Me pidió si pueda contarme sobre su fe. Le escuché, y le tuve que decir que su concepción de la fe me parecía ajena. No se me ocurrían argumentos de la Biblia para sus ideas de la fe. Al conversar me sentía que no teníamos la interrelación de la fe creada por el Espíritu Santo entre nosotros, ni una comprensión mutua sobre la base de la fe. Le mostré algunas partes de la Biblia, y con ellas le conté como mismo creo.
Una fe y una comprensión
Según la Biblia, el Espíritu Santo les recoge a los hijos de Dios en la tierra para ser una iglesia de Dios. Esa iglesia tiene una comprensión de la fe mutua e idéntica. En la confesión de la fe apostólica confesamos que creemos en “la Iglesia, que es una, santa, universal “ y en “ la comunión de los santos “. El reformador religioso, Martin Lutero explica la confesión de la fe como sigue: “Creo que existe en la tierra un santo grupo pequeño o una comunidad santa compuesta de puros santos, bajo una cabeza que es Cristo. Es convocada por el Espíritu Santo, en una misma fe, sentido, y entendimiento. Posee dones diferentes, pero aun así, está unido en el amor, sin sectas, ni divisiones. “
A la escucha de la palabra se llega en la comunidad de los santos
Le ofrecí el perdón de los pecados a la persona con quien me encontré en la calle, pero no lo quiso recibir. Según esa persona, no se necesita el perdón para tener la fe. De todos modos, en la Biblia se dice que la fe es justamente por oír el evangelio (Romanos 10.16-17).
Lutero explica esto así: “Nosotros nunca podríamos recibir ninguna información sobre el Cristo ni creer en El ni tenerle como nuestro Señor, si el Espíritu santo no nos lo ofrecería por el sermón del evangelio. -- A la escucha de la palabra se empieza la llegada en la comunidad de los santos. “
Cuando el Espíritu Santo le guía a una persona a la comunión de los santos por medio del arrepentimiento, Él llega a ser su maestro (Juan 14.26, 1.Cor 2.9-10).
El Espíritu Santo les da a los hijos de Dios una compresión unánime de cómo una persona llega a ser un hijo de Dios y cómo se mantiene en ese amparo.
El espíritu da testimonio
La interrelación entre los santos es algo que un ser humano no puede ver con sus ojos temporales. Sin embargo, una persona creyente que ha recibido la gracia de arrepentimiento puede ver el reino de Dios por la fe (Lucas 17.21, Juan 3.3).
Pablo escribe: “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios “ (Romanos 8.16).
Pablo demostraba la interrelación entre los hijos de Dios y el Cristo al escribir sobre el cuerpo y sus miembros. “Por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo “ (1. Cor. 12.13). Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador (Ef. 5.23).
Cuidado de la interrelación en el Espíritu
El pecado, el enemigo de la alma y el mundo intentan romper la interrelación que el Espíritu crea.
La Biblia les aconseja a los hijos de Dios el cuidar y el velar por esta interrelación, y el amor mutuo: “Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándose con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz “ (Ef. 4.1-3).
La interrelación entre los santos se realiza completo el día en que el Cristo viene por su segunda vez. Ese día su iglesia se presentará transfigurada y jubilosa (Doctrina Cristiana 50).
Esperando aquel día, viajamos en la interrelación de los santos con la fuerza del evangelio del perdón de los pecados.
Texto: Pekka Aittakumpu
Traducción: L.S.
Julkaistu espanjankielisessä numerossa 22.8.2018
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