JavaScript is disabled in your web browser or browser is too old to support JavaScript. Today almost all web pages contain JavaScript, a scripting programming language that runs on visitor's web browser. It makes web pages functional for specific purposes and if disabled for some reason, the content or the functionality of the web page can be limited or unavailable.
Vieraskieliset / en espanol

El Mayor en el Reino de Dios

Siionin Lähetyslehti
Vieraskieliset / en espanol
20.11.2013 8.22

Juttua muokattu:

1.1. 23:48
2020010123483920131120082200

Jesús hab­ía hab­la­do a Sus discí­pu­los sob­re el duro ca­mi­no de suf­ri­mien­to al que se enf­ren­tar­ía, por la pri­me­ra vez. Él ten­ía que ir a Je­ru­salén para suf­rir muc­ho en ma­nos de los an­ci­a­nos de la na­ción, los su­mos sa­cer­do­tes, y los esc­ri­bas. Él tendr­ía que mo­rir, pero al ter­cer día, Él se le­van­tar­ía de la mu­er­te. El dis­cur­so de Jesús ent­ris­te­ció a los discí­pu­los. Pa­re­cie­ra un poco ext­ra­ño, que poco des­pués de es­to, los discí­pu­los co­men­za­ron a pre­gun­tar­le a Jesús, “Qui­en es el ma­yor en el rei­no de los cie­los?”

El homb­re es am­bi­ci­o­so y egoís­ta. Él qui­e­re ser al­gui­en im­por­tan­te y lu­cir me­jor an­te los demás. Es­to fue cla­ra­men­te evi­den­te ent­re los doce discí­pu­los que Jesús es­co­gió. De el­los, Ped­ro, San­ti­a­go, y Juan eran los más cer­ca­nos a Jesús. Fu­e­ron el­los qui­e­nes es­tu­vie­ron jun­to a Él, un poco an­tes, en el Mon­te de la Trans­fi­gu­ra­ción. Pero ni si­qui­e­ra es­to con­ven­ció que es­tos tres, o uno de el­los, sea el me­jor y más im­por­tan­te de los discí­pu­los. Es­ta es la razón por la cual le pre­gun­ta­ron di­rec­ta­men­te a Jesús.

Un Niño como un Ejemp­lo

Jesús res­pon­dió a la pre­gun­ta de los discí­pu­los con una lec­ción ilust­ra­ti­va y me­mo­rab­le. Le pi­dió a un niño ve­nir al me­dio del grupo y dijo, “De cier­to os digo, que si no os volv­éis y os hac­éis como ni­ños, no ent­rar­éis en el rei­no de los cie­los.”

Los discí­pu­los dis­cu­tie­ron las po­si­ci­o­nes más al­tas en el Rei­no de Dios y se hab­ían ol­vi­da­do como una per­so­na es pre­ser­va­da en es­te rei­no y algún día al­can­za el cie­lo. Es­to nos es muy fa­mi­li­ar tam­bién para no­sot­ros, los hi­jos de Dios de es­tos tiem­pos. Es­ta es la razón por la cual es ne­ce­sa­rio ad­ver­tir que en el Rei­no de Dios, so­la­men­te hay vi­a­je­ros en el ca­mi­no est­rec­ho, qui­e­nes creen de la gra­cia.

Jesús no pre­ten­de que los crey­en­tes de­ben ser in­fan­ti­les, pero que el­los ten­gan la men­ta­li­dad ino­cen­te que ca­rac­te­ri­za a un niño. Un niño conf­ía y en­cu­ent­ra se­gu­ri­dad en sus pad­res, acep­ta el cui­da­do, el amor, el ca­ri­ño, y la pro­tec­ción la cual re­ci­be de sus pad­res y ot­ras per­so­nas cer­ca­nas a el. Según la en­se­ñan­za de Jesús, un niño es un ejemp­lo de una per­so­na crey­en­te, inc­lu­so en nu­est­ro tiem­po. Él dijo, “De­jad a los ni­ños ve­nir a mí, y no se lo im­pid­áis; por­que de los ta­les es el rei­no de Dios” (Mar­cos 10:14).

Un Niño es el Ma­yor en el Rei­no de Dios

Jesús con­ti­nuó su lec­ción: “Así que, cu­al­qui­e­ra que se hu­mil­le como es­te niño, ése es el ma­yor en el rei­no de los cie­los.” Vol­ver­se el ma­yor en el Rei­no de Dios sig­ni­fi­ca pe­qu­e­ñez y hu­mil­dad.

En los tiem­pos de Jesús, los jud­íos eran co­no­ci­dos por­que el­los pre­sen­ta­ban sus pro­pi­as vir­tu­des y ta­len­tos jo­co­sa­men­te y to­man gran or­gul­lo en las mis­mas. Los grie­gos, en cam­bio, desp­re­ci­a­ban la hu­mil­dad. Jesús int­ro­du­jo al­go comp­le­ta­men­te nu­e­vo: una per­so­na no debe tra­tar de ser gran­de, sino que de­ber­ía bus­car el lu­gar de un niño! La ino­cen­cia in­fan­til de un adul­to es un mis­te­rio que per­te­ne­ce al Rei­no de Dios. los pen­sa­mien­tos de Dios en es­tos asun­tos son tan le­ja­nos de los pen­sa­mien­tos hu­ma­nos, como lo es el cie­lo de la tier­ra.

“Y cu­al­qui­e­ra que re­ci­ba en mi nomb­re a un niño como es­te, a mí me re­ci­be” (Mat. 18:5). No­sot­ros no siemp­re con­si­de­ra­mos cuán im­por­tan­te es el asun­to en cu­es­tión, por ejemp­lo, el cui­da­do de un niño pe­qu­e­ño. Cu­an­do re­ci­bi­mos a un niño en el nomb­re de Jesús, al mis­mo tiem­po es­ta­mos re­ci­bien­do el me­jor ami­go de ni­ños, el Se­ñor Jesús.

El Jui­cio de la Pied­ra del Mo­li­no

En­ga­ñar y ten­tar a una per­so­na ino­cen­te en el pe­ca­do es un asun­to se­rio. Jesús dijo, “Y cu­al­qui­e­ra que haga tro­pe­zar a al­gu­no de es­tos pe­qu­e­ños que creen en mí, me­jor le fu­e­ra que se le col­ga­se al cu­el­lo una pied­ra de mo­li­no de as­no, y que se le hun­die­se en lo pro­fun­do del mar” (Mat. 18:6). Es­to es para que el in­ci­ta­dor ya no siga ten­tan­do y en­ga­ñan­do a los ni­ños y a los ino­cen­tes a que sal­gan fu­e­ra del Rei­no de Dios.

Hijo de Dios, inc­lu­so aho­ra pu­e­des sen­tir­te ju­bi­lo­so. Dios siemp­re cui­da de los Su­yos, inc­lu­so en me­dio de es­tos tiem­pos lle­nos de tan­to en­ga­ño. No­sot­ros hi­jos de Dios te­ne­mos nu­est­ro pro­pio Ángel de la gu­ar­da, qui­en nos pro­te­ge to­dos los días de nu­est­ras vi­das (Sal­mos 34:7). El perdón de to­dos los pe­ca­dos en el nomb­re y la sang­re ex­pi­a­to­ria de nu­est­ro Sal­va­dor, to­dav­ía re­su­e­na des­de el Rei­no de Dios. Aqu­el qui­en se hu­mil­la para ser como un niño ino­cen­te, es­te he­re­da­ra el Rei­no de Dios.

Tex­to: Os­vald Carl­son

Pub­li­ca­do: Sii­o­nin Lä­he­tys­leh­ti 10/2001

Tra­duc­ción: Du­a­ne Pir­ness, Na­ta­lie Nis­ka­nen

Teks­tis­sä kä­si­tel­lään seu­raa­via raa­ma­tun­koh­tia: Matt. 18:1–6

Jul­kais­tu es­pan­jan­kie­li­ses­sä kie­li­liit­tees­sä 11/2013.

21.11.2024

Minä odotan Herraa kuin vartijat aamua, hartaammin kuin vartijat aamua. Ps. 130:6

Viikon kysymys