Jesús había hablado a Sus discípulos sobre el duro camino de sufrimiento al que se enfrentaría, por la primera vez. Él tenía que ir a Jerusalén para sufrir mucho en manos de los ancianos de la nación, los sumos sacerdotes, y los escribas. Él tendría que morir, pero al tercer día, Él se levantaría de la muerte. El discurso de Jesús entristeció a los discípulos. Pareciera un poco extraño, que poco después de esto, los discípulos comenzaron a preguntarle a Jesús, “Quien es el mayor en el reino de los cielos?”
El hombre es ambicioso y egoísta. Él quiere ser alguien importante y lucir mejor ante los demás. Esto fue claramente evidente entre los doce discípulos que Jesús escogió. De ellos, Pedro, Santiago, y Juan eran los más cercanos a Jesús. Fueron ellos quienes estuvieron junto a Él, un poco antes, en el Monte de la Transfiguración. Pero ni siquiera esto convenció que estos tres, o uno de ellos, sea el mejor y más importante de los discípulos. Esta es la razón por la cual le preguntaron directamente a Jesús.
Un Niño como un Ejemplo
Jesús respondió a la pregunta de los discípulos con una lección ilustrativa y memorable. Le pidió a un niño venir al medio del grupo y dijo, “De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.”
Los discípulos discutieron las posiciones más altas en el Reino de Dios y se habían olvidado como una persona es preservada en este reino y algún día alcanza el cielo. Esto nos es muy familiar también para nosotros, los hijos de Dios de estos tiempos. Esta es la razón por la cual es necesario advertir que en el Reino de Dios, solamente hay viajeros en el camino estrecho, quienes creen de la gracia.
Jesús no pretende que los creyentes deben ser infantiles, pero que ellos tengan la mentalidad inocente que caracteriza a un niño. Un niño confía y encuentra seguridad en sus padres, acepta el cuidado, el amor, el cariño, y la protección la cual recibe de sus padres y otras personas cercanas a el. Según la enseñanza de Jesús, un niño es un ejemplo de una persona creyente, incluso en nuestro tiempo. Él dijo, “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios” (Marcos 10:14).
Un Niño es el Mayor en el Reino de Dios
Jesús continuó su lección: “Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos.” Volverse el mayor en el Reino de Dios significa pequeñez y humildad.
En los tiempos de Jesús, los judíos eran conocidos porque ellos presentaban sus propias virtudes y talentos jocosamente y toman gran orgullo en las mismas. Los griegos, en cambio, despreciaban la humildad. Jesús introdujo algo completamente nuevo: una persona no debe tratar de ser grande, sino que debería buscar el lugar de un niño! La inocencia infantil de un adulto es un misterio que pertenece al Reino de Dios. los pensamientos de Dios en estos asuntos son tan lejanos de los pensamientos humanos, como lo es el cielo de la tierra.
“Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe” (Mat. 18:5). Nosotros no siempre consideramos cuán importante es el asunto en cuestión, por ejemplo, el cuidado de un niño pequeño. Cuando recibimos a un niño en el nombre de Jesús, al mismo tiempo estamos recibiendo el mejor amigo de niños, el Señor Jesús.
El Juicio de la Piedra del Molino
Engañar y tentar a una persona inocente en el pecado es un asunto serio. Jesús dijo, “Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar” (Mat. 18:6). Esto es para que el incitador ya no siga tentando y engañando a los niños y a los inocentes a que salgan fuera del Reino de Dios.
Hijo de Dios, incluso ahora puedes sentirte jubiloso. Dios siempre cuida de los Suyos, incluso en medio de estos tiempos llenos de tanto engaño. Nosotros hijos de Dios tenemos nuestro propio Ángel de la guarda, quien nos protege todos los días de nuestras vidas (Salmos 34:7). El perdón de todos los pecados en el nombre y la sangre expiatoria de nuestro Salvador, todavía resuena desde el Reino de Dios. Aquel quien se humilla para ser como un niño inocente, este heredara el Reino de Dios.
Texto: Osvald Carlson
Publicado: Siionin Lähetyslehti 10/2001
Traducción: Duane Pirness, Natalie Niskanen
Tekstissä käsitellään seuraavia raamatunkohtia: Matt. 18:1–6
Julkaistu espanjankielisessä kieliliitteessä 11/2013.
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