Mientras jugando en el patio tres niñas están pensando dos habilidades importantes: pedir el perdón y perdona.
Las amigas Lilja Klasila y Bettina Tuomaala viven en el Sur de Finlandia y la prima de Bettina que se llama Ronja Koivisto viene de visita del norte. Las tres niñas asisten al segundo grado de la escuela primaria.
Si uno ha hecho algo incorrecto, tiene que pedir el perdón. Y además si uno ha molestado a alguien, dice Lilja.
También hay que pedir el perdón si hay peleas, Ronja continua.
Y si uno le empuja o hace daño a alguien accidentalmente es bueno decir perdóname, sigue Lilja.
Las niñas piensan que no es siempre fácil pedir el perdón.
No se puede siempre reconciliar de las peleas muy rápido. Normalmente es más fácil perdonar al otro que pedir el perdón.
A veces es fácil perdonar y a veces es difícil. Si uno no quiere pedir el perdón o perdonar, los dos se quedan con mala conciencia.
Bettina piensa que uno se siente triste cuando sabe que ha causado mal humor a la otra persona.
Jesús ha dado un don valioso para todos los creyentes: uno puede perdonar a la otra persona en nombre y sangre de Jesucristo.
También los padres dicen estas palabras cuando están reconciliando de sus peleas con ellos mismos o con sus hijos. Las niñas piensan que esto suena bonito y tranquilizante.
En la escuela también se necesita habilidad de pedir el perdón y perdonar. Otras personas necesitan más tiempo para arreglar las cosas y otras son más rápidas.
Las chicas dicen que muchas veces es bueno tener a la profesora o un adulto que ayude a los niños a reconciliarse.
Las amigas también tienen desacuerdos y a veces causan mal humor a la otra.
En esas situaciones nos quedamos en silencio un momentito y después hablamos y ya uno se sienta lista para pedir el perdón, dice Lilja.
Texto: Hanna Korkiakoski
Traducción: T.T.
Julkaistu espanjankielisessä numerossa 22.8.2018
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