En el primer día de la semana, María Magdalena fue a la tumba de Jesús en el crepúsculo de la mañana. Había encontrado una tumba vacía. La piedra había sido trasladada desde la apertura de la tumba. María fue a decir a los discípulos de este. Pedro y los otros discípulos se apresuraron a la tumba de Jesús. Vieron de la que María había dicho (Juan 20: 1-9).
Reunión del Redentor resucitado
Los discípulos salieron de la tumba para su morada, pero María Magdalena se mantuvo en la apertura de la tumba a llorar. Jesús se apareció a María. “Mujer, ¿Por qué lloras? ¿A quién buscas?” María recibió una tarea de Jesús: “pero ve a mis hermanos, y diles”(Juan 20: 11-17).
María trajo el mensaje de la tumba del Redentor resucitado. Los discípulos fueron los primeros en escuchar este mensaje. María corrió a decirles “¡que había visto al Señor!” (Juan 20:18).
El mensaje del Redentor resucitado incluyó y todavía incluye la declaración del amor de Dios hacia el que ha caído en el pecado. Revela las perspectivas de paz a aquel que es aplastado bajo el peso del pecado. Dios no me ha rechazado. A través de la obra redentora de Su Hijo, Él ha abierto la posibilidad de ser liberados del pecado y de participar en la vida eterna.
No es sorpresa que los discípulos tenían miedo. Todo lo que habían experimentado los había sorprendido. Su confusión aumentó cuando María Magdalena les dijo que había encontrado a Jesús. Se consideraba necesario mantener las puertas cerradas.
Allí detrás de esas puertas cerradas, los discípulos tímidos, asustados y confusos fueron capaces de encontrar a Jesús que había ganado sobre la muerte. De repente, Jesús se puso en medio de ellos y dijo, “Paz a vosotros!” Cuando dijo esto, les mostró a los discípulos las manos y los pies. (Juan 20:19)
La Alegría se enciende
El ver a Jesús encendió la alegría en los corazones de los discípulos (Juan 20:19). No habían creído en vano. Las promesas de Dios habían sido ciertas después de todo.
A través de la fe de Jesús, todavía puede ser encontrado y observado en el evangelio del reino de Dios. Cuando una persona pecadora tiene sus pecados perdonados en el nombre y la sangre de Jesús, esta es liberada de la carga del pecado y puede experimentar la paz, la libertad y el gozo en el Espíritu Santo.
Creer en el evangelio se expresa en la alegría del creyente. Según el apóstol Pablo, la alegría es uno de los frutos del Espíritu (Gal 5:22).
¡Paz a vosotros!
¿Qué significa las palabras de Jesús: “Paz a vosotros” hoy cuando experimentamos la inquietud que nos rodea? Reconocemos esto incluso en nosotros mismos. Dudamos de nuestra fe. Muchas tentaciones están familiarizadas. Muchos de los que se arrepiente de sus vidas pecaminosas están buscando una nueva dirección.
Los discípulos se regocijaron a puerta cerrada. Recibieron una tarea de su Señor y Maestro. Jesús fortaleció a los discípulos con el Espíritu Santo y les envió a proclamar el evangelio de la paz: “La paz sea con vosotros: como me envió el Padre, así también yo os envío” (Juan 20:21, 22).
Después de esto, Jesús les dio a los discípulos el poder de perdonar los pecados. “A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos “(Juan 20:23). El evangelio del perdón de los pecados trae la paz de la cual Jesús habló a los discípulos.
Ya antes Jesús había hablado de esta misma paz en Su sermón de despedida: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”(Juan 14:27).
Los seguidores de Jesús quieren ser fieles a la tarea que Jesús les ha dado. Es por esto que el reino de Dios todavía exhorta al pueblo infiel ha arrepentirse y dar la espalda a la vida pecaminosa. Se les ofrece el evangelio del perdón de los pecados. ¡Vale la pena aferrarse a este evangelio de la paz! Da a la gente una paz interna y duradera.
El mensaje del Redentor resucitado también lleva a las personas creyentes, los que siguen a Jesús. Anima a los niños asustados, cansados y dudosos de Dios a creer. Vale la pena creer, porque el objetivo de la fe es el cielo. Allí se puede disfrutar de la paz eterna con Jesús y los Suyos.
Texto: Antti Savela
Traduccion: Miranda Byman
Fuente: Siionin Lähetyslehti 1/2015
Tekstissä käsitellään seuraavaa raamatunkohtaa: Juan 20:21
Julkaistu espanjankielisessä kieliliitteessä 6.5.2015.
Blogit
Luetuimmat
Toimitus suosittelee
Viikon kysymys