El pecado separa al hombre de Dios. Porque las primeras personas en el paraíso cayeron en pecado, somos todos herederos a la tendencia al pecar. Esto se manifesta en el mundo con el mal, angustia y injusticia. Mucha gente desea placer y éxito rapido mientras olvidan la voluntad de Dios.
El hombre mismo no posee poder para luchar contra el pecado, aunque tuviera una intención sincera de hacer el bien. El Apóstol Pablo declara: “No hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todo se desviaron, a una se hicieron inútiles: no hay quien haga lo bueno, ni siquiera uno.” (Romanos 3: 11-12).
Según la Biblia, una persona que afirma ser sin pecado hace Dios aparecer un mentiroso. La palabra de Dios no toca la conciencia de aquella persona, sin embargo quiere vivir sin la guía y enseñanza. (1 Juan 1:10).
Dios es amor
Dios ama a la gente que Él creó. Por tanto envió a su Hijo aquí en la tierra para reconciliar los pecados de la humanidad.
El pecado conduce a la muerte, eternamente separado de Dios. El Hijo de Dios aceptó llevar toda la iniquidad y murió en la cruz por nosotros. Era una víctima inocente sin pecado. Él sufrió un castigo que habría pertenecido a nosotros pecadosos. Jesús, sin embargo, fue mayor que la muerte y resucitó al tercer día de la tumba. Con la resurrección abrió el camino al cielo, a la vida eterna.
La obra reconciliatora de Cristo fue tan perfecta que se aplica a toda la gente en el mundo. Sin embargo, uno tiene que creer esta redención del mismo Jesús, porque sin fe no es posible ser acceptable para Dios.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eternal.” (Juan 3:16).
Quién se arrepienta va a recibir el perdon
La palabra completa de Dios incluye la ley y el evangelio. La obra de la ley es mostrar el pecado como pecado, pero cuando una persona pecadora cree el evangelio, se libera los esposas del pecado y por la gracia puede creer todos sus pecados perdonados.
La esencia del evangelio es entonces el perdón de los pecados. Declararlo es la tarea más importante en el reino de Dios. La fe transmite “de corazón a corazón”. El creyente con el don del Espíritu Santo puede predicar a cualquier persona pecadora todos sus pecados perdonados. El mismo Hijo de Dios dijo: “A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos” (Juan 20:23).
La gracia de Dios pertenece a todos los que arrepientan sus pecados. Una persona que ha dejado la fe, puede regresar al reino de Dios por creer el evangelio que le es predicado. En medio de ansiedades y dudas, el evangelio de Dios para los fieles da fuerza, ganando nueva confianza y coraje.
La fe produce alegría
La vida feliz contiene muchas cosas importantes, como la salud, las buenas relaciones, los medios recursos y la seguridad. Pero la mayor felicidad contiene la fe viva. Es un regalo únicamente por el mérito de Cristo.
Un creyente con perdón de pecados y con una conciencia limpia debe ser feliz y allegre. Está caminando al cielo.
Un creyente en el camino al cielo no está solo, porque el Hijo de Dios ha prometido estar en medio de sus hijos todos los días hasta el fin del mundo. “abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo” (1 Juan 2: 1).
Texto: Aimo Mikkonen
Publicación: Päivämies 41/2016
Traducción: H.H.
Julkaistu espanjankielisessä numerossa 15.11.2017
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