Un hombre es en su vida como un viajero. Como un creyente su destino es la casa del cielo. Solamente la fe hace posible alcanzar ese destino.
Cada uno de nosotros hemos caido al pecado y por eso merecemos la muerte eterna. Si Dios no amaria la humanidad, no pudieramos ir a la casa del cielo. Las obras del hombre no basta ni son aceptables para la purificación de los pecados. Lo único que es válida es la obra purificadora de Jesús.
La cosa más valiosa de nuestra vida, la fe, no vale la pena a renunciar. La fe vale la pena cuidar. La palabra de Dios aconseja: ”Manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos.” (1.Timoteo 1:19).
El regalo de la confesión de los pecados
El evangelio cuida a un viajero del camino. En evangelio le promete el perdón de los pecados: puedes creer todos tus pecados perdonados en el nombre y sangre de Jesús. Cuando se cree el evangelio, todos los pecados se han borrado – no solamente una parte de los pecados sino todos.
Puede ser que sin embargo en nuestra conciencia quede molestando algún hecho especial. Sabemos y sentimos que hemos actuado contra la voluntad de Dios. Hemos hecho pecado y eso pesa en nuestra conciencia como una carga.
Sin embargo, en el reino de Dios estamos en buen cuidado. No se necesita llevar la carga. Nos han dado el regalo de la confesión de los pecados. Podemos contar la cosa que nos preocupa a otro creyente, un confiable viajero del camino del cielo. El es nuestro confesor que proclama el perdón de los pecados. En esa proclamación se recibe el perdón de Dios. Cuando creemos, la carga desaparece de nuestra conciencia.
Si ofendemos a nuestro prójimo, esto también da carga a nuestra conciencia. El Espíritu Santo en nuestros corazones nos aconseja a ir hablar con nuestro prójimo. El nos aconseja a pedir perdón de lo que ha sucedido.
El confesor no debe hablar a nadie de las cosas que se ha escuchado en la confesión. Con la confiabilidad se trata justo de eso que, el guarda el secreto de la confesión.
Cuando un creyente se perpetra a un hecho contra la ley de la sociedad, un crimen, el Espíritu Santo aconseja arreglar ese asunto también delante de la ley terrenal.
Solamente por la gracia
Cuando hablamos del cuidado de la fe, queremos decir con eso que Dios cuida sus hijos en su reino. Nos preguntan si queremos ser obedientes a la palabra de Dios. Nos preguntan si queremos creer. Nos hace justos solamente la obra purificadora de Jesús, no la confesión.
La salvación preparada para la humanidad se recibe solamente por la gracia. El viajero del camino al cielo no necesita llevar cargas sino la sangre de Jesús lava nuestros pecados. Según la epístola a los Romanos el reino de Dios es ”justicia, paz y gozo en Espíritu Santo” (Romanos 14:17).
Texto: Veikko Sivula
Traducción: T.K & J.K
Julkaistu espanjankielisessä numerossa 15.11.2017
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